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DIFICULTADES EN ESPAÑA PARA RECONOCER EL ABUSO SEXUAL A NIÑOS Y NIÑAS EN INSTITUCIONES

Tres casos de abusos sexuales de niñas y niños en Barcelona evidenciaron la resistencia de escuelas y otras instituciones a reconocer el problema y a adoptar sanciones y planes de prevención, según una ponencia presentada al IX Congreso Mundial de Infancia y Adolescencia.

El trabajo de MINOTAURO, entidad especializada en la violencia contra chicas y chicos, sostuvo que estas prácticas institucionales de ocultamiento tienen acompañamiento de una parte de la sociedad, expresada en uno de estos casos en manifestaciones públicas de grupos familiares.

Raúl Mena Palacín, doctor en Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y psicopedagogo, recuerda en el texto la consigna “1 de cada 5” con la cual el Consejo de Europa emprendió una campaña sobre el abuso sexual de niñas y niños.

El especialista se pregunta “cómo es posible este alto nivel de prevalencia en una sociedad europea que presume de estar dotada de herramientas y dispositivos de todo tipo para proteger la integridad física y psicológica” de chicas y chicos.

Los estudios sobre el tema, prosigue, responden que influye “el silencio de las víctimas y su incapacidad de comprender su condición de víctimas de abuso sexual”, así como también las estrategias de ocultamiento de los agresores, lo que incluye amenazas y usufructo de su posición de poder.

La ponencia dice que esas son las respuestas más frecuentes, pero propone una tercera, el papel de las instituciones, abarcando en esa denominación a la familia, la escuela (incluye las deportivas) y las entidades de protección de la niñez.

El análisis toma después el caso del profesor de gimnasia Joaquín Benítez, de la Escuela de los Maristas de Sants-Les Corts, de Barcelona, cuyas agresiones sexuales se conocieron en 1916, a partir de una denuncia cuya publicación precipitó otras.

Según el trabajo, la institución “actuó muy proactivamente para obstaculizar la investigación” policial, sus autoridades se negaron a dar información y, aunque el agresor reconoció sus actos, lo mantuvieron en sus funciones, porque pidió perdón.

Familias de alumnos y alumnas realizaron manifestaciones públicas en defensa de la escuela. Benítez fue condenado a prisión, pero no hubo sanciones para las autoridades del establecimiento.

El especialista dice que de inmediato afloraron otras denuncias de abusos sexuales, una de ellas contra la Abadía de Montserrat.

Agrega que la falta de reacción social ante estas situaciones se notó cuando una de las madres de la Escuela de Maristas dijo que este tipo de delito era “un secreto a voces, conocido por la dirección del centro y por muchas familias”.

Esto significa, dice, que como comunidad educativa se asume “el sacrificio de algunos de nuestros hijos como prescripción de carácter simbólico para el mantenimiento del orden y de la paz en esa comunidad”.

Las ponencias admitidas y difundidas en el Congreso Mundial fueron aprobadas por un comité académico que encabezaron la Defensora de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de Córdoba, Amelia López, y el catedrático español Carlos Villagrasa.

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