Una parte de los adultos que consumen por internet material pornográfico que incluye explotación sexual infantil niega que chicas y chicos sufran algún tipo de daño o perjuicio, según una ponencia presentada al IX Congreso Mundial de Infancia y Adolescencia que se realizó en Córdoba.
Un grupo del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba estableció que estos adultos expresan “creencias distorsionadas”, como que descargar este material no trae consecuencias negativas y que no se comete abuso alguno.
El trabajo toma como referencia que el abuso sexual infantil en el mundo tiene como víctimas al 12 por ciento de niñas y niños y un informe de UNICEF que informó que entre octubre de 2020 y septiembre de 2021 se registraron en Argentina 3.219 niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, de las cuales 29,4 por ciento corresponden a entornos digitales, mediante “grooming” y la explotación para pornografía.
Tras recordar el daño que estas prácticas causan a las víctimas, en muchos casos prolongados hasta la vida adulta, el trabajo relata que el equipo cordobés realizó una investigación sobre el consumo de material de abuso sexual infantil entre hombres mayores de 18 años, mediante una encuesta en línea en la que obtuvo respuesta de 337 personas.
Del total, 4 por ciento reconoció haber tenido al menos una acción de consumo de este material, un resultado que “concuerda con el rango reportado por estudios internacionales” del mismo tipo.
“Las creencias distorsionadas más prevalentes” en las respuestas son sostener que niñas y niños víctimas “no sufren efectos negativos”, según el 20 por ciento de los participantes. Además, 14 por ciento dijo que no cree que su consumo “sea un tipo de agresión sexual” y 8 por ciento dice que no cree que los chicos y las chicas explotadas para obtener estas imágenes hayan sufrido algún abuso.
Otras creencias declaradas son que “no dañan a nadie” usando este tipo de material y que hacerlo no significa cometer un delito.
El equipo de investigación concluye que a pesar de esfuerzos estatales en la prevención de estas prácticas, “aún existe un vacío de políticas, intervenciones y tratamientos” adecuados, así como faltan herramientas para “el desarrollo de habilidades de autogestión y control de impulsos”.
Las ponencias admitidas y difundidas en el Congreso Mundial fueron aprobadas por un comité académico que encabezaron la Defensora de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de Córdoba, Amelia López, y el catedrático español Carlos Villagrasa.
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